Sara no duerme

Siento esa pequeña ausencia, pues el solo hecho de no permitirme recordar no ha borrado de mi mente las cálidas compañias de quien solía apegarse en busca de calor. Temperar un sueño agradable, lleno de olores, sabores y colores difíciles de alcanzar mientras que vigilia te alcance o modorra te atrape , ambos ayuden a ocultarse mientras la sexta hora en que el miedo día se torna en demonio de hambre, deseo e inquietud el ir cambiando el sabor del medio al día tornándolo en sueño y vislumbres del paraíso felino se ha vuelto como alguien dijo en uno de mis pasatiempos favoritos.
Gracias tramposos sentidos aguzados, encadenados a recuerdos y sobresaltos, por hoy ya no he de dejarlos cuidarme, pues, a pesar del temor, al fin reconozco los colores y olores de inconsciencia, el sabor de sabores, es difícil alcanzarlo e imposible es recordarlo, pero no importa, no me muevo ya por ocio, pereza o temor pues los demonios no alcanzan esta prístina determinación, y, a pesar de que las fauces del corvado guardián alcanzan mi trascendido cuerpo, la pristindad de la mente conduce el ultimo sentir de este hacia la inmensidad natural que invoca la determinación, y, cuando la vejez lo alcanza, ya la inmensidad me ha contemplado, y saltando desde el campo al océano me abandono, dando paso a la tristeza inmediata y fugaz de quienes me han cuidado conjunto a mis sentidos.